“Papá
corre, que la Madonna está llorando lágrimas rojas”.
Con la inocencia de sus cinco años la pequeña Jessica llamó
a su padre. El caso de la Virgen de Chivitavecchia cambió la vida de
Fabio Gregori y su familia. Atónito, Fabio comprobó que la pequeña
imagen, de apenas 40 centímetros, que el sacerdote español Pablo
Martín, párroco de la iglesia de esa ciudad italiana, les había
traído después de una peregrinación a Medyugorie, tenía
un líquido rojo que le resbalaba del ojo izquierdo. Llegó incluso
a tocarlo con el dedo, momento en el que según dijo sintió un
intenso calor. La noticia corrió como un reguero de pólvora
por la ciudad, situada a sesenta kilómetros de Roma, y después
por todo el mundo. Durante los tres días siguientes el domicilio de
los Gregori se convirtió en un lugar de peregrinación, llegando
a repetirse el milagro en diez ocasiones más. Las lágrimas,
que al principio sólo manaban del ojo izquierdo, acabaron aflorando
de los dos ojos. La situación derivó en tumultos de curiosos
y creyentes agolpándose a la puerta, por lo que intervino el obispo
de la ciudad, Girolamo Grillo, que mostrándose muy escépticos
se llevó la imagen para que fuese estudiada por expertos. La idea del
fraude estaba en la mente de todos, pero el 15 de marzo la imagen volvió
a llorar mientras se encontraba en las propias manos del obispo y antes varios
testigos. “Vi como se formaba la lágrima. Al principio muy pequeña,
pero fue creciendo y resbaló a lo largo de la mejilla”, dijo Antonio
Arena, cuñado del obispo. El veredicto de los análisis no dejó
lugar a dudas: se trataba de sangre humana auténtica, pero pertenecía
a un hombre, y además en ella había un elemento desconocido
(...la Virgen llora con la Sangre de Cristo, N. del R.). Incluso la fiscalía
de la ciudad abrió un expediente y embargó la imagen durante
doce días, pero las pesquisas de la policía no ofrecían
ningún indicio de fraude, la Virgen fue devuelta a los fieles.
En los meses siguientes se registraron más de una
docena de nuevos casos de lagrimaciones de imágenes italianas. En algunos
casos se comprobó que hubo fraude, pero en otros, como los sucedidos
en Terni, Camaiore o Bergamo, la sangre era auténtica.
El dolor cura: Muchos años
antes, en Siracusa, Italia, una imagen de yeso del Inmaculado Corazón
de María comenzó a llorar lágrimas cristalinas. El suceso
se prolongó durante cuatros días y atrajo la atención
de numerosos fieles. El líquido fue estudiado por los médicos
que concluyeron que tanto que su aspecto como su composición eran los
mismos que los de las lágrimas humanas.
Pero lo más significativo de este caso es que l fenómeno fue
acompañado de la milagrosa sanación de Antonieta Janusso, la
joven en cuyo dormitorio se encontraba la imagen, que estaba afectada de una
extraña enfermedad que le provocaba convulsiones y periodos de ceguera,
sordera y entumecimiento. La imagen dejó de llorar cuando la muchacha
ya estaba curada completamente.
La sanaciones también se produjeron en Burundi, África,
en la localidad de Giheta, donde una imagen de la Madre de Jesús lloró
lágrimas de sangre del 18 al 19 de enero del 1985 (ver imagen arriba
a la derecha), dando a los presentes, entre los cuales se encontraba el padre
Vittorio Blasi, el mensaje de que debían pedir perdón
por los pecados y reconciliarse con Dios y sus hermanos. Días
después un novicio ciego de un convento cercano tuvo una experiencia
mística en la que se le apareció la misma Virgen, momento en
que volvió a ver.
Pero, ¿por qué llora la Virgen?:
La respuesta la podemos encontrar en el mensaje que Lucía de Fátima
-ahora sor Lucía-, entregó en el 1958 a padre Agostino Fuentes
a fin de que fuera comunicado a todos:
«Padre. La Virgen está muy desconforme porque no se
ha hecho caso a su mensaje del 1917. Ni los buenos ni los malos le han hacho
caso.»
«Los buenos van por su camino sin preocuparse y no siguen
las normas celestes; los malos, en el largo camino de la perdición,
no tienen en cuenta alguna los castigos amenazados.»
«Crea, padre, el Señor Dios muy pronto castigará
el mundo. El castigo será material e imagínese, padre, cuantas
almas caerán si no se ora y no se hace penitencia. Esta es la causa
de la tristeza de la Virgen.»
«Dígalo a todos, que la Virgen muchas veces me ha
dicho: “Muchas naciones desaparecerán de la faz de la Tierra. Naciones
sin Dios serán el flagelo elegido por Dios mismo para castigar la humanidad,
si nosotros por medio de la plegaria y de los Santísimos Sacramentos
no obtendremos la gracia de la conversión de ellos”... Estamos
apena a tiempo por retener el castigo del Cielo. Tenemos a nuestra disposición
dos medios eficacísimos: La plegaria y el sacrificio...
Ya es tiempo que cada cual por su iniciativa cumpla con obras santas y reforme
su vida según los llamados de la Virgen...»
«La Virgen ha dicho expresamente: “Nos acercamos
a los últimos días” y me lo ha repetido tres veces...
La tercera vez me dijo que “agotados los otros medios despreciados por
los hombres”, nos ofrece con temblor la última ancla de salvación:
la Virgen Santísima en persona, su numerosas apariciones, sus lágrimas,
mensajes de videntes desparramados in todas las partes del mundo...»
«Y la Virgen ha dicho aún que, si no la escuchamos y continuamos
el ofensa (a Dios), no seremos más perdonados. Es urgente que nos
damos cuentas de la terrible realidad.»
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